Extraño es el sol en noches de cordura.

2:37 Posted by René Zapata

En tardes como esta la histeria se apoderaba de mis manos. Escribía sin sentidos. Garabateaba un par de sentimientos para volver. Yo, la tarde y el sol que se agotaba como el papel. Era curioso pensar en aquella habitación, en aquel escritorio de ébano, donde mil veces vi mis ojos manchados de sangre, mis labios clamando fiebre. La enfermedad, el amor y la locura. Extraña mezcla. Tan humana, casi perfecta. Con todo y sin vivir.

El frío atontaba los frenéticos dedos. Se enfriaba cada palabra y cada lágrima impresa en el papel roído que había sacado de la mesita muerta. Muerta, era su nombre.

Una vez escuché que la soledad enloquece al loco. Que el silencio destruye los sonidos. Que el fuego sería capaz de calmar una herida. Ni verdades para este cuerpo. Que todo paradigma es a su sociedad, como la basura al puerco.

Y las horas pasan, Y aún no comprendo. La noche caía en mis párpados. Se callaban las aves y los parques. La ciudad comenzó su ritual de manchar los cielos. Los perros ladran. Y las horas pasan, y aún no comprendo. Que el corazón acusa su existencia. Que el cuerpo abandonaba su individualidad. Que en horas como estas, sólo queda uniformidad.

El papel se incendiaba para que el humo penetrara mi piel. Figuras y demases. E inevitables son los ojos. Sus espinas fugaces.

Tic – Tac – Tic – Tac. Suena el ayer y despierta el amar. Pensar en locura, pensar en … olvídenlo. Ni ganas quedan de recordar.

Más allá del pasado vive el mar. Yo con mi silla, mi escritorio. Los papeles, mis manos y su histeria. Dispuestos a arrastrar el último acento de la palabra amar.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

simplemente maravilloso, pocas personas pueden plasmar sus sentimientos en un poema de tal forma. felicitaciones.

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